Diez años antes, este simpático perro había llegado al seno de la familia de Mauricio Pérez Mercado, piloto de profesión, un hermoso cachorro de raza Rottweiler, a quien le pusieron por nombre Orión, igual al del hijo de Poseidón.
El perro acostumbraba frecuentar el riachuelo de Tanaguarema, cercano a su casa en Cerro Grande (estado de Vargas). Allí, entre juegos y alegrías aprendió a nadar. Uno de los grandes placeres de Orión era sacar del río a Mauricio, montado en su lomo, siendo notable desde ese entonces su vocación por el rescate.
En noviembre de 1999, las fuertes lluvias plantaron su imperio en el estado de Vargas, y aunque produjeron cuantiosos daños en toda Venezuela, esta fue la región más castigada.
Fue entonces, cuando aquel 15 de diciembre, Orión comenzó a ladrar desde temprano y se le notaba nervioso. El valiente perro consiguió ser entendido por Mauricio, que, preocupado por la seguridad, con la familia y las restantes mascotas siguió al perro a la azotea, a refugiarse en la intemperie. Empapados hasta los huesos y envueltos en la noche inacabable, solo tuvieron que esperar.
Esa mañana del jueves 16 de diciembre las toneladas de lodo y piedras que bajaban con las aguas obligaron a Pérez Mercado y su esposa Aída Touseda a abordar el helicóptero que los rescató del techo de su vivienda y a dejar a sus perros, siendo los momentos más difíciles para toda la familia.
El valiente can escuchó unos gritos pidiendo auxilio. Su vista rápidamente localizó a una niña que se hallaba en el río, agarrada a un palo. La vida de la pequeña corría peligro, y las aguas revueltas no invitaban a heroicidades. Orión no lo dudó, y al instante saltó a las aguas. Oponiéndose al inclemente trance, nadó hacia ella sin aquilatar el riesgo; guiado por los desgarradores llamados de la niña.
Mil ojos clavaron su preocupación en la valentía del can, todos pensaba que el perro se había vuelto loco al verlo saltar y nadar entre las turbulentas aguas que traían troncos y piedras, nunca llegaron a pensar que era el inicio de una de las hazañas de los héroes anónimos que demostraron su valentía ante tal situación.
Algunos de los vecinos gritaban al verlo nadar al lado de la niña y cuando abrió la boca pensaban que mordería gravemente a la menor, más no fue así, lo hizo de una manera tan suave por las ropas que ningún daño le causo y la trajo a la orilla, donde las personas no salían de su asombro; posteriormente saltó de nuevo y rescató de las aguas a una segunda niña de 14 años, luego ayudó a ocho niños a subir a sitios altos.
Así paso la noche y parte de la mañana de estos terribles días, que los testigos de tal hecho contabilizaron que «Orión» rescató a 37 personas de morir ahogadas, desde esa pequeña de ocho años hasta un anciano de 80 años, que fue desenterrado del lodo por el can.